El Padre Daniel Díaz, nuestro asesor doctrinal, nos invita a reflexionar sobre el camino que el Papa Francisco nos ha propuesto a lo largo de la última década. En este tiempo de Cuaresma, «ajustemos» nuestra vida al mensaje de Jesús.
Disponible enAjustarlo todo a Jesús
Queridos amigos de ACDE,
En estos días el Papa Francisco cumple 10 años como líder de la Iglesia católica y a mi entender en este tiempo se ha ido constituyendo en un referente importante para nuestro mundo tan necesitado de verdaderos líderes. Quiero invitarlos por esto a reflexionar sobre el camino que él nos ha venido proponiendo a lo largo de esta década. Soy consciente que para algunos será necesario un esfuerzo para no dejarse atrapar por esa mirada que, desde la óptica de la política doméstica, se ha quedado mirando a veces el árbol sin poder contemplar el bosque.
Les propongo como punto de partida uno de los tuit que publicó en su cuenta @Pontifex en este último tiempo: “La Cuaresma es tiempo para ajustar los sentidos, abrir los ojos frente a tantas injusticias, abrir el corazón al hermano que sufre.”
Hablar de Cuaresma, no implica solamente entrar en el contexto de un tiempo litúrgico. Es referirnos a uno de los aspectos principales de nuestra vida. Todo lo que hacemos sobre la tierra está llamado a ser preparación a la Pascua Eterna, a la felicidad plena. La necesidad de constante conversión, de profundización, de ese “ir más allá” que Jesús expresó al invitarnos a “navegar mar adentro”, hacen no solo a la tarea de estos 40 días sino a nuestra vida cotidiana en cualquier momento. Y por esto me atrevo a interpretar que esta afirmación de Francisco es extensible al todo de la propuesta de su papado y puede ser entendida como una síntesis.
La frase comienza por proponernos “ajustar”. Creo que Francisco se ha propuesto verdaderamente un gran ajuste de la Iglesia y del mundo. Hoy estamos muy acostumbrados a hablar de “ajustes” y ese término está en nuestra boca constantemente, en muchos modos: desde los ajustes que hacen al plano económico de nuestra sociedad hasta los ajustes de cuentas tan violentos que terminan en muerte incluso de los más inocentes. En cada caso el “ajustar” se refiere siempre a un objeto al que algo se debe adecuar, como una remera se ajusta o no a nuestro cuerpo, o una acción se ajusta o no a la ley. Vale preguntarse entonces: ¿Cuál ha sido la propuesta de “ajuste” de Francisco?
Creo que Francisco quiere ajustarlo todo a Jesús, a su Reino, a los valores y criterios que el Señor propone al hombre de hoy. Incluso cuando alguna frase, acción simbólica o actuación concreta suyas puedan incomodarnos o hasta no caernos bien, uno siempre puede encontrar en los Evangelios la raíz de su motivación.
Siempre ha querido que la tarea que se propuso no quedara como un planteo abstracto. Y esto le implicó proponer y trabajar por modificaciones reales, impulsando que se revea todo sin temor y desde una mayor fidelidad a Cristo, repensando y reconstruyendo cualquier aspecto que no se correspondiera con lo esencial de nuestra fe. Dando continuidad al papado de Benedicto XVI se unió a su reflexión para publicar su primer encíclica, Lumen Fidei, “La luz de la fe”, invitandonos a descubrir el tesoro luminoso del que la Iglesia es depositaria.
En Evangelii Gaudium, invitó a la Iglesia misma a recuperar su alegría y entusiasmo, dejando de lado lo que siempre se hizo para adentrarse en lo que Jesús quiere que hagamos. Nos propuso una Iglesia que se ajuste a la realidad de la humanidad de hoy sin dejar de ser fiel a la verdad eterna y que anteponga el bien del hermano antes que la comodidad y la seguridad. Nos invitó a ser una Iglesia que priorice el anuncio y la evangelización, y acomode sus estructuras a todo lo que los facilite.
Ajustar la familia a la alegría de un amor que ha de ser el centro de los vínculos más cercanos para todos, ajustar la vida del cristiano a una verdadera búsqueda de la santidad, ajustar la vida de los jóvenes al seguimiento de un Cristo vivo capaz de transformarlo todo, fueron algunas de sus exhortaciones más importantes, al tiempo que nos llamaba a ajustar toda nuestra vida a la Palabra de Dios y a la Misericordia que nos hace imagen del Padre del Cielo.
Y no se quedó allí, sino que quiso que la propuesta alcanzara lugares complejos. Ajustar la Curia Romana a un verdadero servicio que sea imitación del Cristo que se entrega por nosotros. Ajustar el ministerio sacerdotal a la imagen del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, que camina delante, junto y detrás de ellas, según lo necesiten. Ajustar el gobierno y la toma de decisiones de la Iglesia a una sinodalidad donde caminemos juntos. Ajustar la conducta de todos a una preocupación por el cuidado que impida todo tipo de abusos.
La encíclica “Laudato Si” llamó a la humanidad a reconocerse hermana de la Creación, a maravillarse con gratitud de su belleza y dolerse en su sufrimiento, para poder comprometerse en modificar todas las conductas que destruyen nuestra Casa Común. Fratelli Tuti nos convocó a descubrir la grandeza de la dignidad humana y a hacer de nuestras acciones a todo nivel un gesto de fraternidad y de inclusión.
Ver a los que padecen la injusticia y abrirles nuestro corazón, éste es el gran ajuste que en el Papa Francisco, el Señor nos viene proponiendo hace ya una década. ¿Qué tanto hemos ajustado nuestra vida en ese sentido? Para quienes somos parte del mundo empresario el llamado se hace específico: ¿Qué tanto se ha ajustado en este tiempo mi empresa, mi estudio, mi labor personal?
Tristemente constatamos en el presente la existencia de muchas injusticias: falta de alimentación, educación, salud, vivienda, trabajo. No todo es nuestra responsabilidad, pero seguramente podemos hacer algo más que lo realizado hasta ahora. Estoy seguro que el Papa, y lo que es aún más importante, el mismo Dios que lo ha hecho su instrumento, se alegrarían mucho más porque los 10 años de Francisco los celebramos haciendo un mayor compromiso por transformar el sufrimiento injusto de tantos hermanos que por los discursos y charlas que vayamos a hacer.
Que el Buen Dios nos dé a todos un corazón abierto a los impulsos de su Espíritu y la necesidad de los hermanos.