El 3 de diciembre de 1952, un entusiasta grupo de empresarios comprometidos en su visión cristiana, y liderados por Enrique Shaw, firmaban el acta constitutiva que dio vida a ACDE.

Fue el corolario de varios años de reuniones y encuentros, sumando ideas y proyectos, disimulando muchas veces el cansancio de horas difíciles en sus respectivas empresas, pero con el entusiasmo de aportar algo nuevo y de enriquecerse en un ámbito donde se compartían las mismas inquietudes y valores.


Su fundación

ACDE fue fundada en 1952 por hombres de la Acción Católica, dirigentes de empresa, que procuraban constituir un ámbito de reflexión y de acción inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia.

Un grupo de empresarios, integrantes de una comisión de ayuda formada a partir de un llamamiento de la Iglesia para contribuir a la reparación de los daños causados por la guerra, se planteó la tarea de realizar aportes para la construcción de una «sociedad más solidaria». Impulsados por Enrique Shaw* y apoyados por el Padre Moledo** , 67 dirigentes de empresa dieron así fundación a ACDE (ver listado de Socios fundadores)

Este es un período en el que los ecos de la cuestión social se refieren básicamente a las relaciones entre el capital y el trabajo. La atención se vuelca hacia el papel del dirigente de empresa en su relación directa con los trabajadores. La promoción de la persona que trabaja y la armonía en las relaciones laborales son destacados como los campos de su responsabilidad primordial, fundamentales para el logro de la paz social. El primer Congreso Nacional, realizado en 1957 y que contó con la participación de empresarios de Chile, Perú y Uruguay, tuvo esa temática, llegándose a conclusiones sobre la capacitación del personal, el empleo de métodos modernos de gestión y la participación. En la carta que el Papa Pío XII envía al Congreso, «anima a la asociación a trabajar con criterio y entusiasmo para que la doctrina social católica penetre cada vez más en la vida de las empresas».

De igual manera, los documentos pontificios que van dando expresión contemporánea a la doctrina social de la Iglesia, (desde la encíclica Rerum novarum hasta la Quadragesimo anno, más los mensajes del Pío XX), son sumamente explícitos en estas temáticas, poniendo de relieve la dignidad de la persona humana como base de toda filosofía y acción social. Los mismos brindan los elementos que servirán de base a la orientación de la institución, procurando ésta darles contenidos concretos para la conducta del dirigente en las relaciones inmediatas en el seno de la empresa.

Esa atención se manifiesta en las primeras declaraciones de la institución. Sus temáticas fueron «promoción y responsabilidad de los trabajadores» y «los deberes del dirigente de empresa y la paz social», seguidas por otras sobre el mejoramiento de las condiciones de los trabajadores y por gestiones ante las autoridades sobre la implantación del salario familiar y sobre los precios de los artículos de primera necesidad. Esta concentración temática no impide que ACDE se pronuncie sobre temas que tocaban profundamente a las instituciones católicas, como fue el caso de la libertad de enseñanza.

Esa concentración temática coincide con las cuestiones a las que se dirige UNIAPAC (Unión Internacional de Asociaciones Patronales Católicas), entidad a la que ACDE se incorpora en el momento de la fundación. Desde 1932 hasta 1935, la cooperación entre capital y trabajo, las organizaciones profesionales, los servicios sociales de la empresa, el seguro social, el pleno empleo y la formación del personal directivo frente al trabajador fueron los ejes de sus congresos. Esos temas persisten hasta 1959, centrándose en la responsabilidad patronal y la paz social.

En esta primera etapa, ACDE tiene un número relativamente reducido de socios, aún cuando su tasa de crecimiento había sido elevada. La mayor parte de éstos habían compartido la pertenencia a la Acción Católica, coincidían en cuanto al propósito de la institución y reconocían un liderazgo intelectual y humano en la figura de Enrique Shaw.


El período de desarrollo institucional

Varios hechos pueden señalarse como indicadores de un tránsito institucional a una etapa de desarrollo fundada en la consolidación ya alcanzada. La compra de la sede de Bolívar, inaugurada el 2 de diciembre de 1971, permite contar con un edificio propio con capacidad en exceso a las demandas de entonces, pero respondiendo a una concepción por la que el edificio era visto como una oportunidad y un incentivo a la participación. En él, los apoyos a la actividad de los socios se expanden en su tamaño y en los servicios que prestan.

Ese desarrollo también se manifiesta en una creciente proyección internacional de la institución, participando en forma muy activa en UNIAPAC y organizando su XIV Congreso Mundial, en el que se congregaron 600 dirigentes de empresa provenientes de 30 países. Luego, un hombre de ACDE alcanzaría la presidencia mundial de UNIAPAC.


Los frutos de la trayectoria institucional

ACDE , a lo largo de su trayectoria, ha atravesado diferentes etapas, alcanzando el reconocimiento público, afirmando un papel dentro del mundo empresario y exponiendo coherentemente una doctrina.

Esa trayectoria pone de manifiesto que ACDE ha adecuado sus actividades a los requerimientos de cada época. Ha sido sensible a las problemáticas de cada hora, variando los ejes sobre los que concentró su acción. Las cuestiones en debate en la sociedad fueron tratadas en ACDE, a la vez que también sus acciones y declaraciones reflejaron los nuevos énfasis de los documentos papales. Su estructura interna fue dando respuesta a las demandas de un trabajo cada vez más complejo y exigente.

Cada ciclo histórico permite encontrar esta asociación entre la naturaleza de las circunstancias enfrentadas, el tipo de actividades, sus contenidos y la modalidad de gestión interna. La etapa que se abre deberá encontrar también esta coherencia entre desafíos y respuestas.

Del encuentro o no de esa coherencia dependerá el signo que asuma la próxima etapa. Este podrá ser de madurez, de renovación o de declinación. ACDE cuenta con base institucional, presencia, capacidad de convocatoria y doctrina para afrontar el futuro. Todos ellos son recursos que deberán ser movilizados. Por esa movilización debe hacerse reconociendo, tal como lo muestra su historia, lo propio de las circunstancias vividas, lo diverso de las expectativas de sus socios y del mundo empresario sobre su accionar y lo inalterable de su sentido institucional. Es decir, el diseño de las estrategias para el futuro ACDE debe reconciliar lo permanente con lo circunstancial.


**Monseñor Manuel Moledo

Asesor de ACDE desde 1952 a 1988
Desde los inicios de ACDE, el papel de asesor doctrinal no requirió definición. Más que una función era una presencia, una guía y un afecto, fraterno pero casi reverencial. El padre Manuel Moledo eran en gran medida ACDE. La asociación había sido formada por “sus” hombres, y con ellos y con sus familias mantenía una relación estrechísima y constante.

Una característica que podríamos llamar atípica del Padre Moledo como sacerdote, fue su capacidad para comprender mucho antes y más profundamente que otros, los problemas que enfrentaba el empresario. Esto le permitió ser “el pastor” de empresarios, por excelencia; pastor en el sentido más estricto y bello de la palabra.

Siempre alentaba a los dirigentes a realizar cambios necesarios para el mejoramiento de la asociación. Hoy día, con más de 50 años de vida, la historia de ACDE pone de manifiesto su capacidad para responder a los desafíos impuestos por las circunstancias y para ayudar a que cada dirigente de empresa pueda vivir su compromiso de fe cristiana y su vocación empresaria.

El Padre Moledo nos marcaba claramente: «ACDE cambia para seguir siendo ACDE». Nos decía: «hace treinta años que estoy trabajando con empresarios. Cuando empecé me habrá costado unos cinco años entenderlos. Cinco años de callar, mirar, oír, auscultar, esperar. Entonces aprendí a respetarlos y admirarlos». Y sigue más adelante: «el empresario que no es austero no es un buen empresario, porque no conoce el verdadero valor de la riqueza. Lo que ennoblece a la riqueza es la inversión convertida en productora, factor de abundancia».

Nuestro querido asesor doctrinal murió el 24 de Junio de 1988.