Buenos Aires, 1 de marzo de 2018.
En el primer foro almuerzo de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, con miras al Encuentro Anual de junio, Rodrigo Zarazaga compartió su mirada sobre “Los prejuicios de la grieta”.
El Sacerdote Jesuita planteó ante dirigentes de empresa los problemas de inclusión de nuestro el país y el rol sustancial que tienen el empresariado y el Estado para intentar solucionar esta problemática.
Ante más de 80 invitados que participaron en la actividad, Zarazaga inició la exposición indicando que la grieta no es un problema local ni actual que sólo afecta a la Argentina, sino que su dimensión es mayor y afecta al mundo en su totalidad desde hace mucho tiempo. Zarazaga sostuvo que “la grieta es un problema real que se traduce en el modo de vida, con quien se habla, con quien se vive y quienes pertenecen a ese círculo”. Explicó que la grieta mundial tiene un eje problemático central relacionado con la redistribución de la riqueza.
El primer prejuicio de la grieta, según Zarazaga, tiene que ver con las desigualdades a las que el mundo no le ha encontrado solución. Para graficar esa realidad en nuestro país, explicó que Argentina tiene “un 30% de pobreza de la cual un 6% vive en la indigencia”. Agregó que es un problema que la Argentina no ha podido resolver en años y que continúa acentuándose: “Luego de las dos crisis recientes que tuvimos, la redistribución de los ingresos ha sido cada vez peor”.
El segundo prejuicio que señaló Zarazaga es la negación de la legitimidad al otro. Para el invitado este prejuicio es “la lógica de la grieta”. Sostuvo que una de las causas de este prejuicio es el creer que lo que uno hace es lo mejor para el país mientras que lo de los demás no sirve. De esa forma, reconoció que muchas veces se le quita mérito al empresariado, teniendo una opinión negativa sobre ellos. Pero en la misma línea destacó que se considera al necesitado o al pobre como alguien que vive de planes y se preguntó cuántas posibilidades de progresar pueden tener los niños que nacen en un contexto negativo. Adviertió que muchas veces se plantea como un problema de voluntad aquello que es un problema estructural.
En la misma línea destacó que “se quiere deslegitimizar a quienes defienden a los trabajadores” y realizó un paralelismo entre el sindicalismo y el empresariado corrupto diciendo que “hay que terminar con el sindicalista corrupto pero no con los sindicatos”.
El último prejuicio que identificó Zarazaga es el de “la creación de guetos”. Los guetos son grupos donde se vive culturalmente de una forma distinta. Para explicar este prejuicio en la Argentina se refirió a una encuesta realizada a dos mil personas. Los resultados señalaron que “un 66% de los empleadores no contrataría gente que reside en una villa para trabajar y a su vez la mitad de ese 66% contestó que no los emplearía simplemente por el lugar en el que residen”. Lo mismo, a la inversa: “el 75% de los encuestados que residen en un asentamiento informal no trabajaría en countries porque el 90% de ellos piensan que la gente de allí es mala”. A partir de esta situación el sacerdote señaló que “esto es muy destructivo para propiciar un desarrollo colectivo”.
Al referirse al rol del empresariado para lograr ser inclusivo Zarazaga dijo que “se necesita que el empresario empiece a ganar legitimidad, que arriesgue más. Muchas veces el empresario es liberal en terreno ajeno, pero en el de uno mismo quiere que lo protejan. Necesitamos empresarios que no le transfieran el riesgo empresarial al Estado”.
En cuanto a los jóvenes consideró: “Soy optimista en cuanto a que la grieta en los jóvenes sea menos profunda”. Para validar su afirmación, Zarazaga comentó que el día anterior había compartido una comida con jóvenes en donde se perciben diferencias entre quienes piensan distinto pero no una grieta.
Para concluir con su exposición y ante la mirada de todos los empresarios presentes, Zarazaga advirtió que “como empresarios cristianos están llamados a colaborar en la elaboración de un modelo de país que implique desarrollo e inclusión”.