El Foro interreligioso del G20 tuvo lugar desde el 26 al 28 de septiembre de 2018 en Buenos Aires bajo el lema «Construir un consenso para un desarrollo justo y sostenible. Contribuciones religiosas para un futuro digno».
ACDE participó en la sesión paralela sobre “Fe y finanzas: compromisos y contribuciones religiosas” que se realizó el día miércoles 26 de septiembre por la tarde en el Hotel Sheraton Buenos Aires. Compartieron el panel Roberto Murchison, CEO del Grupo Murchison, junto a Federico Quintana, vicepresidente de ACDE. Ofició de moderador Brian Grim, Presidente de la Religious Freedom and Business Foundation de Estados Unidos.
El objetivo de este panel fue reflexionar sobre los desafíos prácticos que se plantean al vivir la espiritualidad en coherencia con la profesión empresaria.
A continuación compartimos las ideas de Roberto Murchison:
“Yo creo en un Dios creador del cielo y la tierra y todo lo que hay en ella. Creo que el hombre ha sido puesto en la tierra para ser co-creador con Dios y para actuar de mayordomo o administrador de su creación.
Esto implica que nosotros no somos los dueños y por ende no podemos hacer lo que se nos ocurre con su creación. Esto tiene implicancias obvias, como ser el cuidado del medio ambiente o el uso responsable de los recursos naturales, pero también implicancias menos obvias sobre nuestros bienes materiales y en especial las empresas que manejamos.
Hemos sido puestos como dueños o administradores de bienes que si bien nos pueden pertenecer legalmente, en la arena espiritual le pertenecen a Dios y por ende su función principal no es satisfacer nuestras ansias materiales egoístas, sino más bien, para el bien común de la humanidad y su creación.
A nivel personal, cultivar una espiritualidad, en mi caso cristiana de la rama protestante, me ha enriquecido como persona y por ende como empresario.
1.- Accountability – rendición de cuentas.
Este término poco conocido y aplicado en estas latitudes implica que aún siendo dueños tenemos que rendir cuentas. En un punto se es un accionista que no solo ve un balance auditado, mira las intenciones con que se maneja la empresa, la transparencia, el cuidado de la gente y aquí no hay cajones donde esconder las cosas. Es como un chofer con cuadernos sentado en el escritorio de uno.
2.- Ama a tus enemigos.
Este es un aspecto muy complicado para mí. En el ámbito empresarial regularmente uno se cruza con “enemigos”, gente que quiere que las cosas sean distintas a lo que uno le parece deberían ser. A veces propuestas que son deshonestas, pero otras que son honestas pero que a uno no le gustan: como negociaciones gremiales, licitaciones, competidores que mejoran precios, etc, etc . Uno debe desarrollar una actitud de no odiar a esas personas. Este concepto se da a patadas con las escuelas de negocios o culturas empresariales basadas en la estrategia de guerra.
3.- Ama a tu prójimo como a ti mismo.
Concepto común a casi todas las religiones del mundo. Siendo un ingeniero y de origen familiar sajón, todos los temas emocionales son un aprendizaje para mí. La espiritualidad me ha ayudado mucho en este aspecto de mi vida y en mi labor como empresario. Entender más y mejor al ser humano, por un lado conociéndome a mí mismo mejor para poder conocer al otro.
4.- En el mundo de Dios no hay jerarquías ni discriminación.
Para Dios no hay personas más valiosas o importantes que otras. Esto aparece en la Biblia, tanto en el antiguo como en el nuevo testamento. En la época de Jesús hay sobrados ejemplos en que Dios muestra el valor que le da a las personas independientemente de su origen, género, status social, etc. Esto ha tenido dos implicancias a nivel personal. Por un lado el desarrollo de la humildad, no necesariamente en la modestia sino en una visión más profunda de entender que todos en la empresa somos importantes independientemente del trabajo que nos toca hacer. El otro aspecto tiene que ver con trabajar para eliminar los preconceptos que tenemos todos nosotros que hacen que consciente o inconscientemente discriminemos de alguna forma.
5.- Entender que Dios está en control.
Este es un aspecto muy importante en Argentina. Ser empresario aquí puede ser muy insalubre si uno se toma pecho todos los vaivenes de la economía y su impacto en las empresas. Me he preocupado de tantas cosas que luego no ocurrieron y he confiado tanto en cosas que finalmente no sucedieron que humildemente he llegado a la conclusión que hay que hacer lo mejor que uno puede, pero luego hay que confiar en que las cosas pasan como Dios quiere y debemos en un punto aceptar su soberanía.”