Por Paula Urien | La Nación
En el primer semestre de 2019, el Indec registró que un 25,4% de los hogares y un 35,4% de las personas están en situación de pobreza. Se trata de un aumento significativo en su comparación interanual, ya que en el primer semestre de 2017 la pobreza estaba presente en el 20,4% de los hogares y afectaba al 28,6% de las personas.
El Indec toma una población presente en 31 aglomerados, de 28.295.683 personas, de las cuales 10.015.728 por debajo de la líneas de la pobreza.
Aunque desde el Indec prefieren no proyectar a la población total, que es de 44.938.712 personas, si esto se hiciera de todas maneras, la cantidad de personas en situación de pobreza llega a 15.908.304.
Quizás la cifra más impactante sea la del 52,6% de chicos de 0 a 14 años en situación de pobreza, incluyendo un 13,1% en la indigencia.
En este marco se lleva a cabo, en el auditorio Santa Cecilia, Campus Puerto Madero, de la UCA, el seminario «Inclusión social y laboral en la Argentina: hacia una agenda renovada de política social para la superación de la pobreza».
Juan Vaquer, presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE), hizo referencia a los números difundidos la semana pasada: «Salieron los datos de pobreza y siento mucha vergüenza. Uno de cada dos menores es pobre en este país y uno de cada tres argentinos. No hay explicación, no hubo un cataclismo, no hubo una guerra, tenemos recursos…pero estamos donde estamos. Espero que este sentimiento de vergüenza sirva como un catalizador para hacer los cambios que hagan falta».
«Para solucionar el tema de pobreza y hambre necesitamos un entramado de empresas fuerte y valioso. No tener empresas que generen empleo hacen imposible solucionar el tema del que estamos hablando», continuó Vaquer. «Les estamos pidiendo a nuestros empresarios características heroicas. Pero pretender un sistema sustentable basado en el heroísmo, sin que sea breve por un cataclismo, por ejemplo, es imposible. Estamos cargando un peso demasiado grande sobre los hombros de los empresarios».
El presidente de ACDE llamó a llegar a consensos, a acuerdos básicos en cuestiones fundamentales. «¿Estamos de acuerdo en hacer lo necesario para tener una moneda?», preguntó. «Estamos de acuerdo en que esto significa no gastar mas de lo que tenemos? Vivimos un momento político especial. A quien le toque tiene la oportunidad de convocar sinceramente a todos los actores del país para que se sienten a una mesa y que se cumplan los acuerdos de consenso. Sin ellos es difícil que podamos revertir esta situación».
Estructura social y salarios
Eduardo Chávez Molina, investigador de Instituto Gino Germani-UBA y de la Universidad Nacional de Mar del Plata habló de la heterogeneidad en la estructura social de la Argentina. «Podemos observar que se trata de una sociedad profundamente involucrada con los servicios desde los mas sofisticados, como el sector financiero, a la venta minorista de bienes», dijo.
El 27,1% de los trabajadores se dedican al sector de servicios en empresas de mas de 10 trabajadores (ganan US$ 1011), y el 12,5% en empresas de servicios de menos de 10 trabajadores (perciben US$ 616).
El 18,2% de los trabajadores están en el sector industrial en empresas de mas de 10 trabajadores (ganan US$ 760) y el 10,7%, en empresas de menos de 10 trabajadores (ganan US$ 479). Hay un 3,9% de cuentapropistas profesionales (ganan US$ 856) y un 12,2% de cuentapropistas no calificados (ganan US$ 377).La llamada clase I que corresponde a propietarios, directivos, gerentes y funcionarios de dirección gana en dólares 1884 (solo el 1,1% de los trabajadores. Por otro lado, hay un 10,8% de desocupados y 13,9% que están jubilados y pensionados. «Cada vez tenemos más jubilados», consignó Chávez.
«El 40% de la Población Económicamente Activa trabaja en establecimientos grandes, y están en general formalizados esta en establecimientos grandes en general formalizados y la «inmensa mayoría está sindicalizado».
Del resto, solo un 20% está formalizado. El 40% restante de la población que trabaja, es la que menos gana. La pobreza estructural está en el segmento de los cuentapropistas no calificados.»Son actividades de baja productividad como changarines, talleres de autoproducción. Tienen muchas dificultades para revertir esta situación». El es Gran Buenos Aires, es decir CABA y los partridos del conurbano, los que tienen más incidencia de cuentapropistas.
Agrega que «en todas las clases las mujeres ganan menos que los varones.De cada 155 mujeres que asisten a la educación superior hay 100 varones. Pero tasas de desocupación femenina es mayor que la masculina».
El gran problema: el sector microinformal
Los números que presentó Eduardo Donza, Investigador del Instituto Gino Germani y del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la UCA, tampoco son alentadores.»Hay un sector formal e informal de la estructura productiva que tiene baja productividad, con relaciones laborales endebles y bajos salarios. Aquí están los problemas en el mercado de trabajo. Se trata de un sector microinformal extenso con baja productividad, escasas remuneraciones y muy heterogéneo». sostuvo.
Los números del Observatorio muestran que de 2010 a 2018 hubo entre un 45,9% y un 49,3% de los ocupados en el sector microinformal. Con algunas oscilaciones, pero siempre dentro de estos porcentajes, son personas que trabajan, pero que no ganan lo suficiente para subsistir, o sus ingresos oscilan entre poco y nada.
El 81,7% de quienes tienen un trabajo microinformal, tienen un trabajo de baja calidad. Los ingresos del sector formalizado son superiores. Estos números practicamente no cambiaron desde 2010. Si en el sector formal, por ejemplo, se perciben una mediana de $24.985, en el sector microinformal se gana $10.283.
En 2018, el 26,4% eran asalariados, mientras que el 73,6% no lo eran. Por otro lado, el 52,% trabajan por cuenta propia, el 9,6% en casas de familia, el 14,9% en empleos temporarios; y el 20,3% en el sector privado.
«Se necesitan políticas y consensos para potenciar las capacidades de desarrollo productivo con puestos de trabajo genuinos», cerró Donza.
Se trata de potenciar y desarrollar las capacidades de las personas que tienen un enorme impulso laboral, pero que no llegan a fin de mes.