La presidenta de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y el presidente del 26° Encuentro anual de ACDE afirmaron que el buen liderazgo es aquel que busca el bien común y no solo la ganancia individual; también opinaron que el país tiene una oportunidad de salida de la crisis si se establecen reglas claras y se genera certidumbre
La Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) propone hablar sobre liderazgo y transmitir el concepto de que el buen empresario es aquel que propone el bienestar común por encima de los intereses individuales. A la vez, tiene una visión sobre lo que representa un gran obstáculo para la creación y el crecimiento de empresas en la Argentina: “La percepción de que es el Estado el que crea riqueza y empleo, y no el empresario, es nociva”.
Sobre este y otros temas coincidieron, en diálogo con la nacion, Silvia Bulla, presidenta de ACDE, y Hugo Krajnc, presidente del 26° Encuentro Anual de ACDE, que se realizará este martes y miércoles en el hotel Sheraton (además, podrá seguirse vía streaming).
En este encuentro, que tendrá como lema “Liderar para servir al bien común”, estarán, entre otros, Gastón Remy, CEO de Nuqlea; Víctor Valle, director general de Google Argentina; Erika Bienek, directora de Relaciones con la Comunidad de Grupo Techint; Adolfo Navajas Fournier, director de Establecimiento Las Marías, y Viviana Yzaguirre, Fundadora de Todo por Todos Asociación Civil.
–¿Qué objetivo tienen con el encuentro de este año?
Silvia Bulla:–Este es un año muy particular, especialmente porque es un año de elecciones en nuestro país. Entonces, hemos llegado al consenso de que teníamos que hablar de liderazgo, del tipo de liderazgo que el país necesita en esta etapa tan especial que transitamos.
Hugo Krajnc:–Queremos transmitir una voz de esperanza, a través de distintos testimonios de empresarios, en el sentido de que no se trata de superhéroes o personas con una gran espalda financiera, sino de gente que considera que no hay posibilidades de una sociedad más justa si no es trabajando con el otro y para el otro.
–¿Cuál es el tipo de líder que impulsan desde ACDE?
SB:–El que propone el bienestar común por encima de los intereses individuales. No es que pensamos en líderes que no buscan el bienestar económico de sus compañías, sino en líderes que, centrando su accionar en las personas, generan la rentabilidad que permite hacer crecer sus empresas, dar trabajo y ser mejores ciudadanos en sus comunidades. Y esto lo proponemos en un momento del país en el que estamos decidiendo los liderazgos para los próximos años. Por eso, queremos llamar a reflexionar sobre esto. Los líderes que tengan esta vocación de bien común son los que pueden provocar los cambios que se necesitan.
HK:–Los cristianos tenemos un ejemplo de liderazgo muy claro que es Jesús. Ahora, fuera de las creencias religiosas, ¿qué tipo de liderazgo se requiere? Una persona íntegra, que tenga convicciones, que esté dispuesta a asumir la responsabilidad por los fracasos y a compartir los éxitos con el equipo, que no le reclame a su gente lo que ella misma no pueda hacer, y que tenga la visión de que los objetivos que se consiguen no son sustentables si no se busca un fin ulterior.
–¿Qué es lo que más les duele de esta Argentina?
HK:–La pobreza. No solo en personas que han perdido su trabajo, sino, yendo más al hueso, la pobreza en los niños, porque eso no solo limita su capacidad intelectual, sino que es un círculo vicioso: un niño mal alimentado no puede crecer bien y no puede aprender bien. Por lo tanto, el deterioro del sistema educativo actúa como un fenómeno que profundiza ese círculo, en lugar de mejorarlo. Pese a todos los programas sociales, la pobreza sigue aumentando, lo que pone de relieve que no es una cuestión de asignar dinero, sino que se requiere algo más profundo.
–¿Qué proponen en ese sentido?
SB: –El tema de la educación lo vamos a tratar con personas que en sus empresas e individualmente se comprometen con acciones para amplificar el efecto. Ahí tenemos ejemplos de personas que, a través de las instituciones, han trabajado por mejorar ese aspecto. Queremos invitar a que más empresarios y dirigentes se interesen en la educación, porque ese es el gran desafío para sacar de la pobreza a los niños.
HK:–ACDE es una asociación formada por personas físicas, sus socios son dirigentes de empresa, no son empresas. Eso marca una distinción en las propuestas que se puedan hacer. No se trata de dar la receta de ACDE, sino de plantear, a través de testimonios, una multiplicidad de situaciones que se pueden dar en empresas grandes, en pymes, en emprendedores, y demostrar que son ejemplos replicables, que no requieren grandes espaldas financieras, sino visiones de dónde está plantada la persona humana y su dignidad en ese proceso.
–¿Creen que se está cambiando o se puede cambiar la mala imagen que se suele tener del empresario en el país?
SB:–La mala imagen que percibe la sociedad de algunos empresarios es una realidad. Tal vez, ganan relevancia esas personas que tienen un proceder que no es bien visto y que a veces son condenados. Pero esa es solo una parte de los empresarios, porque hay otros que se comprometen para mantener el nivel salarial de los empleados en este contexto en el que la inflación es muy alta, con dificultades para operar, y que siguen con sus esfuerzos y esperanzas. Esa es la imagen del empresario que nosotros conocemos y que quizá no sea tan difundida; el que hace un trabajo más asociado a la imagen del buen pastor, de la que habla el Papa Francisco.
–Hace referencia a la inflación alta; muchas veces, los empresarios son acusados de ser los generadores de esa inflación.
HK –Atribuirle a un sector de la sociedad, cualquier fuera, la responsabilidad de fracasos en materia de política económica es equivocar la mirada sobre las verdaderas causas de la inflación. Creo que es un debate que no lleva a nada, porque las políticas económicas y sociales que no tienen a la persona y a su dignidad como eje y objetivo último, solo van a dar resultados transitorios, no sustentables y discriminatorios.
–¿Por qué no hay inversión suficiente en el país?
SB:–Un requisito inprescindible para la inversión es la previsibilidad y las reglas claras y ese es un tema que es parte de la Argentina que nos duele y en el que tenemos mucho por mejorar. Traer inversiones sería muy deseado, pero antes tenemos que generar condiciones para que eso pueda darse. Si no, cuando las reglas no son claras y hay distintas problemáticas relacionadas con la Justicia o la propiedad privada, a la larga se desalienta la inversión.
–En este sentido, ¿qué opinan de la restricción a la importación?
SB:–Cualquier restricción que impacte directamente en la actividad normal de las empresas, finalmente impacta en las personas. Las empresas son para nosotros comunidades de vida. Si las empresas funcionan y las fábricas producen, hay una oportunidad de que el ser humano se desarrolle a través del trabajo. Para que eso ocurra necesitamos que las empresas puedan importar y tener reglas claras para hacer sus operaciones.
HK:–El año pasado ACDE se expidió varias veces en contra de ciertas medidas económicas, como los controles de precios, la posibilidad de que las provincias aumentaran impuestos y las restricciones para importar. No obstante, no somos una cámara sectorial en la que esos problemas pueden estar más en el orden del día. Desde la perspectiva de ACDE, el rol fundamental de la empresa es generar empleo, y para eso tiene que ser rentable; para poder ser rentable, tiene que haber un marco macroeconómico estable y de reglas claras que le reconozca a la empresa su valor social. Esto está en el corazón del pensamiento social cristiano, lo que no significa que el Estado no deba existir.
–¿Por qué no se logra acordar el tan mentado acuerdo social?
SB:–Nosotros propiciamos los diálogos en todos los ámbitos en los que tenemos participación. Hemos participado en mesas de diálogo, y cada vez que somos convocados tratamos de trabajar temas de bien común a través de consensos. Nuestra forma de trabajo es el diálogo.
–¿Por qué hace 15 años que no crece el stock de pymes y existe un rezago respecto de otros países de la región ?
HK: –El problema no está en la normativa ni en las medidas que se toman. Hay un punto de partida que es valorar o no el rol del empresario. Si se lo valora, se van a poder admitir las medidas para que ese empresario se establezca, se desarrolle y crezca. Son las condiciones macro, pero también es la visión del rol de la empresa en una economía. Este es un tema de larga data, que atraviesa a todos los gobiernos. La percepción de que es el Estado el que crea riqueza y empleo, y no el empresario, es una percepción nociva. Si no se pone en el centro el rol de empresario, que a su vez descansa teniendo como eje a la persona y su dignidad, es probable que muchas de las medidas que se adopten sean transitorias y no sustentables. En el fondo, la falta de un crecimiento de la capacidad de emprendedores y de generación de empleo en el país por parte del sector privado tiene en su raíz una percepción social generalizada de que no es el empresario el que genera empleo.
–¿Qué condiciones pueden hacer atractivo a nuestro país para un empresario?
SB:–La fuente inagotable de recursos humanos, porque hoy en el mundo hay una competencia feroz por los mejores talentos. Además, hay potencial en otro tipo de recursos, como los naturales, las distintas posibilidades que dan el agro y la minería. Si se brinda certidumbre económica, hay oportunidades acá.
–¿Cuál es la clave para trabajar en equipo en lo empresarial?
HK:–Se debe tener un objetivo superior, trabajar por el otro y con el otro. Paralelamente, el tema de los liderazgos también tiene una dimensión que se tocará en el encuentro y es la de cómo dominar los egos. Como sociedad, nos hace falta un gran proceso de autocrítica y humildad, que arranca con las personas en el sentido de no asumir que sus éxitos individuales son mérito exclusivo de su capacidad o habilidades. El ego es un elemento muy negativo en un líder que pretende liderar. Probablemente sea natural en quien mande, pero entre mandar y liderar hay una diferencia.
Escrito por Carlos Manzoni. Lee la nota original en La Nación, haciendo clic aquí.