29/11/2020 | Clarín | Gonzalo Tanoira
Argentina no tiene otra alternativa que reconstruirse desde sus cimientos. Nunca antes en nuestra historia nos habíamos enfrentado a una crisis terminal como ésta, en la que se conjugan una caída de la actividad y el consumo sin precedentes, con un descreimiento de la moneda semejante. Una crisis que además se da en un contexto de pandemia, que nos ata de manos para salir a buscar las soluciones. Paradójicamente, en este contexto tan incierto, la oportunidad que tiene Argentina es mayúscula. Porque tocar fondo puede significar que por primera vez decidamos aplicar la receta acertada en lugar de la que hemos experimentado durante casi un siglo. De nosotros depende tomar esta oportunidad. Pero, ¿cómo hacerlo?
En primer lugar, necesitamos recuperar lo mejor de nuestra historia, los pilares que formaron este país, los valores profundos que aún podemos encontrar en nuestro ADN. Y allí están, a mano en nuestras biografías: la confianza en el futuro y la ética del trabajo de nuestros abuelos inmigrantes y pueblos originarios, que crearon miles de empresas, talleres, comercios, oficios, y cultivaron tierras a lo largo y ancho del país. Y el ideario de libertad de nuestros próceres, que creyeron en un destino independiente, grande y próspero, con el ejercicio pleno de derechos y garantías.
Pero si bien esa base de origen continúa latente en nuestro ADN, en el camino sufrimos las consecuencias de enemistades que nos desviaron del progreso y nos llenaron de profundos desencuentros. El amor muchas veces se volvió odio; la Fe y la ética, dieron lugar al vale todo, al sálvese quien pueda, a la impunidad, que nos hicieron perder identidad, unidad y sentido de Nación. Y allí reside el verdadero desafío de nuestro país. ¿Cómo recrear ese espíritu de unión para encontrar las soluciones que buscamos? ¿Cómo escribir entre todos una épica que nos encolumne? De nada sirve mirar al pasado y agitar viejas disputas. De nada sirve el rencor y el resentimiento. Hoy la realidad y la urgencia nos exigen un espíritu de superación, y una buena cuota de humildad, con la mirada puesta en el futuro.
Y aquí me gustaría resaltar una de las enseñanzas más importantes de Cristo, de hace 2000 años: el perdón. Poner la otra mejilla. Para lograr la unión de los argentinos es necesario que sepamos arrepentirnos y perdonarnos entre todos, tras casi un siglo de desencuentros. Sin comprensión y un perdón genuino no conseguiremos nunca cerrar las heridas. Pero cuidado, no es un todo vale, o borrón y cuenta nueva, o que la Justicia deje de funcionar. Para que haya perdón, como bien nos dice Jesús, tiene que haber primero arrepentimiento y propósito de enmienda. Con esa visión, países como Ruanda o Sudáfrica pudieron superar divisiones incluso mucho más profundas que las nuestras.
Gene Kranz, director de la misión Apolo 13 en la base de la NASA, rol protagonizado por Ed Harris en la famosa película, tenía la difícil misión de traer de regreso a los astronautas de una nave averiada, a miles de kilómetros de la Tierra. Y en el momento en que todo su equipo le decía que era imposible, como verdadero líder, dijo a su tripulación: “Vamos a aterrizar esa nave en la tierra. Pero necesito que me digan con qué contamos. No me digan los problemas que tenemos, díganme qué es lo que sí funciona”.
Argentina es un poco como el Apolo 13. Tenemos enormes problemas, pero tenemos muchas cosas que funcionan. Tenemos nuestro sistema productivo, nuestras fábricas, nuestros puertos, autopistas, recursos naturales y humanos, energía, nuestras atracciones turísticas, nuestra vocación de emprender. Pero necesitamos una hoja de ruta que nos oriente en esa travesía: acceso al mercado de capitales; apoyo sostenido a nuestras pequeñas y medianas empresas para que puedan contratar cada vez más gente; reducción de impuestos en el corto plazo y una reforma tributaria en el mediano, para que las empresas puedan recomponer su capital de trabajo y proyectar inversiones; recrear confianza en nuestra moneda; aggiornar nuestra legislación laboral y mejorar la productividad de las empresas, para acceder a más mercados y enfrentar los desafíos que presenta el mundo actual. Son ideas, un punto de partida para lograr lo que otros países consiguieron. Si ellos pudieron, ¿por qué no nosotros?
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