Coraje para avanzar hacia una economía diferente

Bajo el lema «Coraje para Cambiar», se debatió en el Congreso de UNIAPAC, las palabras del Papa Francisco, quine pidió contribuir a una economía diferente, que nos haga vivir, que incluya, que humanice, que cuide la creación y no la robe”.  Silvia Bulla, flamante titular de ACDE, escribe en MDZ.

En el último congreso de UNIAPAC, la organización que nuclea a las asociaciones cristianas de dirigentes de empresa (ACDE) de todo el mundo, hubo un tema excluyente: la necesidad de reconducir la economía poniendo el acento en las personas y el bien común. Y para avanzar hacia esa economía diferente necesitamos también un empresariado revestido de las cualidades esenciales identificadas por el Papa Francisco: compartir la riqueza, tener vocación comunitaria y ser trabajador.

A ellas, con muchísimo respeto y humildad, me atrevería agregar: convertirnos en ejemplos y activistas del cambio. Como hombres y mujeres de empresa tenemos la responsabilidad de ser protagonistas para cambiar el paradigma de un empresariado asociado a la idea de que sólo busca producir riqueza, para transformarnos en agentes proveedores de nuevas oportunidades.

Oportunidades para integrar a la economía informal a la formal, ayudando, de este modo, a regularizar situaciones y disminuir la tremenda brecha que agudiza la falta de equidad y desigualdades. En este sentido, y frente a la incertidumbre que nos toca atravesar, nuestra mayor preocupación es que se mantenga la paz social.

La pobreza es nuestra principal preocupación y como empresarios tenemos el deber de involucrarnos, con más coraje que nunca, para cambiar esta situación. Las empresas y quienes son parte de ACDE, nos encontramos frente al desafío de continuar generando empleo y de mantener los niveles salariales, por eso, nuestra piedra angular es trabajar los principios para el bien común, para conseguir esa paz social y para poder acompañar.

Más allá de la principal responsabilidad que es brindar trabajo, los hombres y mujeres de empresa podemos y debemos acompañar situaciones en momentos críticos. La experiencia de «Seamos Uno», creada durante la emergencia del coronavirus por un grupo de empresarios, organizaciones religiosas y sociales en conjunto con autoridades de la Ciudad de Buenos Aires y de la Provincia, es un ejemplo concreto de lo que podemos hacer. El proyecto superó con creces los objetivos y nos llenó el corazón.

Aprendimos que podíamos hacer algo increíble e impensable, trabajando juntos por un acto noble. Nadie mejor que nosotros para acceder a recursos, conectarnos, utilizar la tecnología, construir puentes y redes para llegar a la meta. Actuar, el programa de mentoreo a emprendedores sociales de IDEA, que ACDE también acompaña, es otro claro ejemplo de lo que podemos hacer cuando nos moviliza un fin social.

El deterioro de la educación es otra realidad que existe desde hace muchos años y que también nos convoca. Bajo la consigna #NoEntiendenLoQueLeen, el jueves 4 de mayo un grupo de más de 100 organizaciones de la sociedad civil lanzó una campaña para visibilizar la situación crítica de la comprensión lectora en Argentina y promover la prioridad de la alfabetización en la agenda
educativa: ACDE acompaña con firmeza esta causa.

El futuro del trabajo implica algo mucho más profundo, habla de un desafío más comprometedor: es trabajo genuino, digno, decente, real y posible para todos los no incluidos. Y aquí el reto es la economía informal. La precariedad del trabajo y la situación de vulnerabilidad y exclusión es muy grave en nuestros días.

Cada vez más hermanos migrantes, refugiados, mujeres e integrantes de diversas minorías en general, atraviesan dolorosas situaciones de discriminación y, más aún, muchas sociedades no sólo les son indiferentes, sino aún peor, les ofrecen resistencia, los enfrentan y persiguen.

La pregunta es, entonces, ¿qué podemos hacer para reconstruir el contrato social? Una pregunta que nos interpela desde lo más profundo. No se trata ya de declamar, se trata de actuar, de dar respuestas concretas a las urgentes demandas actuales. Desde las empresas debemos trabajar en la creación y distribución de la riqueza, en la generación de nuevas fuentes de trabajo, en la inclusión de las diversidades y cuidado del medio ambiente. Y hacer fuerte hincapié en la educación, principal herramienta para el desarrollo individual y, también, para la ascensión social.

No tener educación o tener bajos niveles educativos puede comprometer las posibilidades de cada individuo, de su familia y también de las empresas y comunidades para producir y crecer. La concientización sobre lo que se espera del empresariado es necesaria.

Debemos aportar a la prevalencia del diálogo y la cooperación entre autoridades, instituciones financieras, organizaciones y la amplia gama de actores de la sociedad. Está claro que no se puede solos, hay desafíos enormes por delante. La colaboración es fundamental.

No podemos paralizarnos en un mundo que está grave. Debemos asumir la responsabilidad que nos compete porque nuestro rol
tiene poder para producir cambios. Debemos ser activistas de lo que decimos y proponemos para el bien común de todos nuestros hermanos y de la casa que compartimos. Es así que este año nuestro Encuentro Anual ACDE que será en junio, tendrá como lema: Liderazgos para servir al bien común.

Nuestro querido Enrique Shaw, en camino a la santidad, es un ejemplo concreto de la responsabilidad del empresario: se trata de convertirse en fuente de voluntad transformadora. Una vez más debemos y podemos ser agentes de cambio, podemos hacer grandes contribuciones. Tenemos la posibilidad. A veces se trata sólo de la decisión y del coraje de cambiar.


Escrito por Silvia Bulla. Lee la nota original en MDZ, haciendo clic aquí