En un país que nos duele, hablar de crisis es cosa cotidiana. Desgraciadamente, solemos circunscribirla al terreno económico y poco se comenta de su faceta más profunda: la crisis de valores cuyo impacto se extiende a todas las áreas de la vida en sociedad.
Parte del mundo de la economía se mueve al servicio de la especulación o de una extendida corrupción. La ausencia de compromiso social conduce a desatender las necesidades de la comunidad. El marketing y las finanzas hacen foco en los negocios. Distintos intereses enfrentan al capital y al trabajo, y la palabra empresa es muchas veces denostada.
“Crear una economía para el bien común” fue el tema elegido para el 27º Congreso Mundial de la Unión Internacional Cristiana de Empresarios (Uniapac), que se celebró en Roma en octubre pasado con más de 850 participantes. El papa Francisco recordaba: “Todas nuestras capacidades (…) deben estar claramente orientadas al desarrollo de los demás y a la eliminación de la pobreza, especialmente a través de la creación de oportunidades de trabajo diversificadas”, como ha dicho en la encíclica Fratelli tutti. El desafío consiste en mejorar el modelo empresarial y nada mejor que difundiendo buenos ejemplos.
Enrique Shaw promovió la evangelización empresarial e impulsó el crecimiento humano de los trabajadores. Bajo su liderazgo, un entusiasta grupo de empresarios constituyó la Asociación Argentina de Dirigentes de Empresa (ACDE). Falleció con apenas 41 años, en 1962. En 2005, el cardenal Jorge Bergoglio inició su canonización y, en 2021, fue declarado venerable siervo de Dios. Quedó a un paso de ser el primer empresario santo en el mundo.
ACDE celebra hoy 70 años de vida. A través de distintas etapas, ha logrado un valioso reconocimiento público, afirmándose en su rol dentro del mundo empresario y exponiendo la doctrina social de la Iglesia.
El premio Enrique Shaw, instaurado en 1989, fomenta la adopción de estilos de gestión empresarial que contribuyan al afianzamiento de valores humanos, sociales y ambientales en la comunidad empresaria. A lo largo de 25 encuentros anuales se viene abordando la realidad de una manera responsable y comprometida, y se marca agenda. El de este año propuso cinco puntos para salir de la crisis: educar para el trabajo, con foco en la inserción laboral de los jóvenes argentinos; respetar la iniciativa privada, que genera trabajo decente; garantizar una moneda estable, que habilite planificar las inversiones y desarrollar proyectos productivos; construir instituciones independientes y justas, y promover un perdón mutuo, amplio y generoso, “que permita consolidar la convivencia en la diversidad, destierre discusiones del pasado y nos abra a un futuro de comunidad y libertad”.
Los programas ACDE de Formación de Líderes Empresarios para una Nueva Humanidad, de Valores en Acción y de Consejeros ofrecen espacios de enriquecimiento e intercambio que buscan inspirar y ayudar a los líderes. Así también las Jornadas Anuales de ACDE Joven.
Excelencia y rentabilidad son compatibles, mucho más cuando se entiende la importancia de administrar recursos al servicio de transformar vidas. ACDE es un ejemplo de institución activa y comprometida que invita a integrar la ética y a encarnar valores con vistas a mejorar el impacto social y el potencial transformador de una dirigencia sobre su tiempo. Nos unimos a los festejos y brindamos por muchos años más de tan noble labor.
Leé la nota en la página de La Nacion: «ACDE: 70 años de hacer el bien»