«El desafío de los empresarios en tiempos de cambio»

Columna de Sebastián Mocorrea, Presidente XVII Encuentro Anual ACDE, para El Cronista (26/08/2014).

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En la Argentina bipolar que nos toca vivir en estos tiempos de transición, algunos reprochan a los empresarios su falta de coraje para decir lo que piensan, para enfrentar atropellos e injusticias. Otros, por el contrario ven en todas las desgracias nacionales la siniestra influencia de las ‘corpo’, empresas cuya identidad nunca termina de definirse con precisión pero que, aparentemente, no tienen alma ni bandera. En el medio, un conjunto heterogéneo de empresarios compuesto por dueños, emprendedores y ejecutivos, por cuentapropistas, directivos de pymes o de grandes corporaciones; de empresas locales regionales o globales, todos ellos, cada día, se las ingenian para producir bienes y servicios, innovar, atender proveedores, las necesidades del personal, los temas financieros impositivos, legales. Con sus virtudes y sus defectos, en el campo y en la ciudad, esta maquinaria cotidiana es la principal productora de riqueza y I empleo de la Argentina. Su dirigencia, históricameni te centrifugada en múltiples ‘ asociaciones, es quien ha car- j : gado con los reproches, sean \ estos por la falta de presencia ! y liderazgo o, en la vereda conI traria, por la excesiva y perni\ ciosa influencia. ¿Quién tiene razón? ¿Cuál es el rol social que ; debería tener la dirigencia em- j ¡ presaría? Más allá de la misión ¡ esencial de todo empresario ; de crear, invertir, producir bie| nes y servicios, ¿cuál es el de- | \ safio en este momento de nuestro país? Un momento complejo. Fan- j tasmas crónicos de nuestra ; ¡ historia se hacen presentes: inseguridad, violencia, corrupción, endeblez institucional inflación, exclusión social deuda externa. Esta recurrencia nos indica que, más allá de las responsabilidades de los gobiernos o las políticas implementadas, hay quizás algo más profundo, algo que nos atañe a todos como ciudadanos y, especialmente, a la clase dirigente argentina, no sólo la empresaria. En la base de nuestras frustraciones y problemas se encuentra una falta de compromiso integral con valores básicos: nuestro compromiso con la ley y las instituciones, con la búsqueda de la verdad, con el diálogo honesto y el consenso, con la paz y el desarrollo social. En un ambiente de reglas de juego cambiantes, pareciera que la actitud de una buena parte de la dirigencia argentina frente a estos valores ha oscilado entre un cumplimiento a medias, al ‘uso nostro’, como las circunstancias nos van permitiendo o, en el otro extremo, un franco cinismo, firmemente asentado en que ‘después de todo, esto siem; pre fue así. Y sin embargo, en el discurso, estos valores aún flamean pomposos. Una sensación de hipocresía queda flotando en el ambiente. En este contexto a nadie puede sorprender que la imagen de los empresarios en la opiI nión pública argentina sea baja. Y sin embargo abundan los empresarios ejemplares, que proyectan en su conducta la vivencia de estos valores. Corresponde ahora que, como clase empresarial, hagamos una reflexión profunda sobre nuestro rol en la sociedad, nuestras contribuciones, nuestras carencias. También sobre nuestra misión en esta transición y, sobre todo ; en la Argentina que se viene. Ha llegado la hora, después de treinta años de democracia, de discutir seriamente sobre temas como el financiamiento de la política, el costo de una administración pública de excelencia o la relación Estado-negocios. Ni cobardes ni ‘corpos’ conspirativas, el desafío de los empresarios pasa por la construcción de una dirigencia que acuerde sobre la base de valores compartidos, que demuestre en conductas concretas ese compromiso y lo proyecte sobre la sociedad argentina. La tarea que muchos dirigentes han emprendido en iniciativas como el Foro de Convergencia Empresaria es una clara demostración en esta dirección. Desde ACDE nos hemos propuesto que nuestro XVII Encuentro Anual de este año se constituya en un ámbito de discusión franca y honesta donde asumiendo nuestras carencias y omisiones pero también voluntad de compromiso, podamos debatir sobre cómo generamos consensos, cómo podemos contribuir al desarrollo de las instituciones y la justicia, recuperar el valor de la palabra en la comunicación, sobre cómo podemos sentar las bases para una Argentina que consagre la vida digna, sin exclusión social para todos sus habitantes.

 

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