El pasado miércoles 14 de mayo, la Dra. Mónica Aranda realizó la presentación de su libro “La empresa: comunidad de vida y relaciones humanas. El ejemplar caso de Enrique Shaw”.
La presentación fue encabezada por el presidente de ACDE, Juan Pablo Simón Padrós, quien realzó la ejemplar figura de Enrique Shaw como modelo de empresario cristiano y la vigencia de su legado en la actualidad.
A continuación, Fernán Elizalde, vice-postulador de la causa de beatificación de Enrique Shaw, destacó la rigurosidad de la investigación de Mónica Aranda sobre los rasgos más relevantes de la figura de Shaw, como foco principal de su tesis doctoral de la Universidad de Navarra.
Asimismo, comentó sobre la visión histórica de la autora y la importancia que precisamente, le da en su metodología de investigación al contexto histórico-político-social en el que Shaw actuó y desarrolló su labor empresarial enfocada en la formación de un empresariado con vocación transformadora y compromiso social.
Conceptos principales de la presentación de Mónica Aranda:
Los tres ejes de la investigación fueron: vida, pensamiento y obra de Enrique Shaw para dar una visión integral de la autoexigencia a lo largo de su trayectoria de vida y la coherencia con sus principios regidos por la Doctrina Social de la Iglesia, en el marco de una sólida formación humanista.
Aranda presentó los conceptos clave del pensamiento de Shaw como los tres vectores de su tesis expuesta en el libro:
- La empresa como comunidad de vida.
- El desarrollo de la empresa al servicio del hombre.
- El trabajo como capital viviente.
Empresa como comunidad de vida
“Para Enrique Shaw “la comunidad de vida” significa que la empresa debe entenderse como un espacio para educar, vivir y desarrollarse, es decir debe cumplir con la función social de cada persona. Animado por una fuerte concepción humanista, afirma que la empresa es un grupo social que moldea la existencia de las personas. Como dirigente empresario, se preguntaba el qué y el cómo de una empresa pero fundamentalmente el “para qué”, en términos de su función primordial, como ámbito desarrollador de talentos. Enrique Shaw consideraba que el límite de la rentabilidad en una empresa es la dignidad del trabajador», afirma Aranda.
Desarrollo de la empresa al servicio del hombre
En cuanto a su concepto de “el servicio del hombre es el fin del desarrollo”, Aranda considera que Enrique Shaw se adelantó a la economía globalizada en cuanto a que no se puede disociar del progreso de las personas. En este sentido, su pensamiento es pionero en el campo de la responsabilidad social, ya que priorizó la orientación al “bien común” como razón de ser de la empresa que le otorga legitimidad como institución en la sociedad.
Trabajo como capital viviente
Este concepto pone el foco en el trabajo como el mayor bien que el empresario puede brindar a la sociedad. La creación de riqueza, uno de los objetivos primordiales de la empresa, junto con la rentabilidad para garantizar su sustentabilidad, no puede generarse a expensas de la dignidad de los trabajadores. “La desocupación es un mal moral antes que económico” que atenta contra dicha dignidad.
«En línea con su pensamiento de que las mejoras implementadas en su empresa se plasmaran en políticas públicas, Enrique Shaw fue el impulsor de la primera ley del salario familiar, en concordancia con su profundo sentido de responsabilidad hacia los trabajadores y sus principios de otorgar aquellos beneficios que mejoren su bienestar y el de sus familias, junto con su capacidad productiva. Siempre consideró necesario el sindicalismo responsable, como vía para que los trabajadores puedan mejorar sus condiciones de vida y de trabajo. Pero fue muy explícito en defender el derecho de libre asociación a entidades gremiales, sin compromisos políticos ni partidarios», concluye la autora.