La palabra “Pascua”, en su origen hebreo “Pésaj”, hace referencia a la acción de pasar por alto o saltar sobre algo. Fue Dios quien en Egipto evitó entrar en las casas de los israelitas cuando castigó con la décima plaga a aquellos que los habían esclavizado y sometido a grandes sufrimientos.  Pero también fue el pueblo quien debió confiar y dar un paso más allá de sus temores, dudas y desánimos acumulados a lo largo de tantos años de opresión. Ellos reunieron sus pertenencias y escaparon, entregados a la esperanza de las promesas del Señor. Y Dios no defraudó su esperanza, porque es Él quien hace posible lo que está fuera de nuestro alcance. Cuando la huida parecía fracasar, se abrió el mar ante sus ojos maravillados y vieron colmado su anhelo de ser liberados del poder del faraón para dirigirse a un nuevo lugar.
Hoy es Jesucristo, el Resucitado, quien nos invita a dar un paso que nos llevará aún mucho más lejos. Es Él quien nos quiere liberar del poder del escepticismo, el pesimismo y la resignación para que podamos reencontrarnos con la esperanza. Jesús mismo es la esperanza que no nos defraudará. No es fácil ser fieles en los valores que nos enseñó y se hace cuesta arriba seguir anunciándolos con entusiasmo y atraer a otros a vivir en su Reino. Es difícil cambiar los modos, costumbres y normas del ámbito empresario y de la sociedad para que expresen el Evangelio que Jesús nos ha enseñado. Pero Él lo hará posible, Él hará su Pascua. A nosotros nos toca ser fieles, confiar y hacer todo lo que esté a nuestro alcance. Y el Señor completará su obra y nos llenará de gozo.

Como cuando un niño pequeño, tomado de la mano por su madre o su padre, es elevado y sostenido en el aire para saltar un charco de agua, dejemos que la Gracia de la Resurrección nos eleve y sostenga en la misión que Dios nos encomendó y podamos así superar todos los obstáculos. ¡Muy feliz Pascua y que Cristo los bendiga y renueve en la alegría de su Vida Nueva!

Padre Daniel Díaz
Asesor Doctrinal de ACDE