El P. Daniel Díaz, nuestro asesor doctrinal, recuerda que para ser discípulos de Jesús debemos preguntarnos si estamos viviendo en su voluntad, en la verdad, en la justicia, en la solidaridad y en la paz. Si este repaso resulta satisfactorio, el Señor hará el resto.

La lógica de Jesús

Queridos amigos de ACDE,

Pensando en las circunstancias que estamos atravesando en estos días vinieron a mi memoria estas palabras de Jesús en el Evangelio según San Lucas:

«¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.»

Es importante notar que Jesús no habla de las razones o motivos del conflicto, ni toca el punto de ¿de qué lado está la justicia’. Usa este ejemplo porque es una cuestión meramente práctica. Hay intereses en conflicto y al mismo tiempo fuerzas y poderes desparejos. Al débil, se deduce, solo le queda usar la astucia y adelantarse a los hechos para obtener la paz a partir de una negociación, aunque esto seguramente implicará costos y cesiones.

¿Hay algún camino por el que las cosas pudieran pensarse de otro modo? Jesús no lo dice, pero no sería extraño a su reflexión pensar que seguramente podría haber un tercer rey más poderoso con el que el débil pudiera aliarse o, también, una posible alianza entre muchos reyes pequeños donde las fuerzas se equiparen. En cualquier cálculo, también habría una negociación, donde esos terceros demandarían de algún modo ser beneficiados a cambio de involucrarse en la guerra. Y no lo harían si ese costo fuera mayor al beneficio.

Todos estos cálculos no salen de la lógica del poder. Pero se puede ir más allá de ella. Podemos acercarnos a la lógica de Jesús. En ella todo esto no es sino un ejemplo utilizado para invitarnos a ser sus discípulos. Y ahí radica la diferencia que rompe con todo lo anterior. Seguir a Jesús es lo único que nos puede sacar de una confrontación donde todos calculan su poder y el de su enemigo y actúan en consecuencia desde la lógica de buscar siempre mayores posesiones.

El Señor invita por el contrario a desposeerse. Dejar la ambición, dejar el egoísmo, dejar todo aquello que nos ata a la lógica del mundo. El cristiano debe calcular que muchas veces saldrá perdiendo (al menos en términos terrenales) para lograr un bien mayor, el de estar unido a Dios, a sus hermanos, a su justicia, a su verdad, a su paz. Es un verdadero salto sin paracaídas el que nos demanda el Maestro. Nos pide confiarnos a sus caminos totalmente, como él se entregó a la Cruz por obediencia al Padre, aunque perdiera la misma vida.

No hace falta que existan terribles bombardeos para que el conflicto permanente y la apelación a la violencia estén presentes en nuestra vida. Nuestra sociedad argentina está hoy cargada de agresión. La acusación y desvalorización del otro parecen ser el único modo de afirmar las propias convicciones. Es una búsqueda de poder a toda costa, que solo repara en el propio beneficio inmediato sin procurar una salida genuina de las enormes dificultades presentes para toda nuestra Nación.

Creo que a quienes queremos ser sus discípulos, Jesucristo nos está llamando a seguirlo sin calcular tanto en que nos beneficiamos, sino bajo el solo cálculo de si estamos viviendo en su voluntad, en la verdad, en la justicia, en la solidaridad, en la búsqueda del bien común, de la paz. Si esta cuenta resulta satisfactoria, el Señor hará el resto.

Pido a Dios nos dé la fortaleza y el ánimo para estar dispuestos a pagar los costos que implique ser su discípulos en toda circunstancia, confiando en que el Señor finalmente no nos defraudará, como no lo hizo con su Hijo.

Que Dios los bendiga a todos.

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