“Estamos perdiendo cada vez más mercado, porque estamos llevando una mochila cargada de impuestos y de corrupción, además de los problemas macroeconómicos”. Así lo afirmó Gonzalo Tanoira, presidente de San Miguel, firma dedicada a la exportación de cítricos, y director del Grupo Peñaflor -dueño de las marcas Trapiche y Navarro Correas- en el 27° encuentro anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE).
Y en esa línea, el también expresidente de la entidad aseveró: “Estamos frente a una oportunidad enorme de alentar una cultura de pararse arriba de la caja, para lograr el superávit comercial, a fin de luego bajar impuestos y empujar las exportaciones. Estamos en un momento clave para apoyar la iniciativa y para mirarnos a nosotros mismos y apoyar esta revolución cultural. La solución no pasa por un Estado paternalista, porque está quebrado y no tiene una moneda estable; las personas ya lo reconocen; y si nosotros no apoyamos al sector empresario, nos perdemos de ser parte de este país”.
Para Tanoira, históricamente, el sector empresario no estuvo a la altura para marcar la cancha. Aunque hizo una salvedad, con ánimos de alivianarle un poco el peso. “A lo largo de la historia argentina, marcada por eventos cíclicos, le hicieron la vida fácil y, muchas veces, fue beneficiado por el cierre de fronteras, bajo la teoría de proteger el empleo”, consideró.
El empresario admitió que aún quedan muchas cosas por resolver, pero llevó un claro mensaje de apoyo al Gobierno. “Hay que mirar al gobierno de Milei con una actitud positiva. Este país no se cambia con una persona, sino con una población que decida ser parte de ese cambio”, afirmó. Y añadió: “Veo en Milei un alto contenido espiritual y un espíritu de trascendencia, completamente distinto a muchos otros presidentes (si no a todos). Creo que él ve algo más allá de lo que le toca hacer, ve un camino trascendental para el país que va a modificar muchísimas conductas y creo que eso, a nosotros como cristianos y como católicos, nos tiene que interpelar para tratar de también llevar esa dimensión a cada uno de nuestros roles”.
A su turno, y trazando un análisis retrospectivo, Juan Manuel Vaquer, también expresidente de ACDE, consideró: “Independientemente de los éxitos individuales, nuestra generación fracasó colectivamente, porque no entregamos un país mejor que el que recibimos. ¿Dónde fracasamos? No pusimos los intereses colectivos y de país por sobre los individuales y sectoriales. Tocamos fondo en el plano de la ética y de los valores, los cuales son indispensables para cualquier programa político y económico que queramos enfrentar”.
En el marco del encuentro, que se desarrolló bajo el lema “Creer para crecer”, Silvia Bulla, presidente de ACDE, enfatizó la necesidad de que la política actúe de forma urgente para atender las cuestiones sociales. “La Argentina tiene los recursos humanos y materiales para que nadie quede fuera de los beneficios del desarrollo. Quizás, el aporte más valioso que podemos hacer como empresarios a la reflexión del crecimiento es que, para que éste sea integral, debemos creer”, enfatizó.
Luis Guastini, director general de Manpower y presidente del encuentro, remarcó: “Los valores nos dan la brújula y los límites sobre los cuales nos podemos manejar”.
El papel de los liderazgos
A la hora de abordar el papel y el impacto de los liderazgos, Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, aseveró: “La disciplina siempre encuentra los buenos caminos”. Para el diplomático argentino, que participó de la jornada mediante videollamada y que actuó en el marco de distintas guerras, no hay una preparación específica requerida para dialogar con un líder.
Para simplificar la tarea, planteó una analogía con las actividades cotidianas: “Cuando vamos a una reunión, tenemos que saber cuál es nuestro propósito en ella. Yo, por ejemplo, tengo una misión y un mandato, y represento a una organización. En ese momento, tengo que tener en claro, en el marco de una estrategia, cuál es mi objetivo, qué tengo que saber previamente de mi interlocutor y qué puedo lograr de él”, especificó.
Capacitación para la inclusión
A lo largo del 27° encuentro anual de ACDE, referentes de distintas industrias abordaron estrategias para aggiornarse a los nuevos tiempos y para conducir los negocios. Esto en el marco de la irrupción de las tecnologías, ponderando el factor económico sin desatender el social. La inteligencia artificial (IA), la capacitación y la inclusión quedaron en el eje del debate.
“Hay mucha expectativa por el poder de nivelación que la IA ofrece, a la vez que una enorme discusión sobre si está disponible solo para un grupo privilegiado y, por ende, genera una mayor división. Esta es una preocupación enorme en nuestro país”, indico Santiago Bellomo, decano de la Escuela de Educación de la Universidad Austral. Asimismo, el especialista destacó que la potencialidad de la tecnología existe tanto en la escuela como en la empresa, y permite que las personas actúen con un copiloto para adquirir conocimientos, aunque también aclaró: “El 80% de los docentes a nivel global están preocupados por los fake de desarrollo humano: los alumnos están simulando contar con capacidades que no poseen; al igual que los trabajadores son contratados mediante la ayuda de la IA”.
No obstante, Bellomo destacó: “Los seres humanos somos irremplazables. Nuestro diferencial es la captación de sentido y la vivencia emocional genuina. Estos componentes nos cambian el partido, tanto en las relaciones personales como en las profesionales. Y cuando lo humano está bien desarrollado, el potencial de la IA es de otro planeta”.
En sintonía, Liliana Parodi, cochair del Silver Economy Forum, apuntó a que hay una mala prensa en torno del impacto de las tecnologías y puso en valor en rol de las compañías. “La tecnología reemplazó posiciones de trabajo, pero también creó nuevas. No podemos esperar que nuestros equipos se adapten por sí solos, sino que tenemos que invertir en ellos”, señaló.
Y sobre este punto también Mateo Salvatto, CEO y cofundador de Asteroid Technologies, remarcó: “Si sabemos tomar la inteligencia artificial por las astas y manejarla a nuestro favor, podemos convertirla en el mayor avance de la historia, con un impacto enorme en la accesibilidad y en la inclusión”.
Para el emprendedor, resulta necesario derribar un sesgo negativo que cae sobre la tecnología. “Uno asocia la energía nuclear a la detonación de una ciudad, pero al final de cuentas es una de las formas de energía más útiles, limpias y poderosas. El riesgo que tenemos a nivel cultural en los próximos años es que la inteligencia artificial sea tan sobreexplotada para cosas negativas”, precisó.
Los vínculos frente al cambio
Para los líderes de empresas, el mundo de los negocios cambió al igual que las relaciones en torno de ellos. “La cancha está cambiando. Entraron actores que antes no veíamos, como Rappi, PedidosYa y Uber, que transformaron el empleo. Y desde las empresas nos tenemos que adaptar a ellos. Existe cierta demanda de comunidad, aunque no la estamos atacando; la dinámica de las ciudades requiere de nuevos modelos de trabajo, lo que incluye, por ejemplo, mejorar las oficinas”, señaló Gabriela Bardin, exgerente general de la filial local de P&G, recientemente adquirida por Newsan.
Esta demanda fue también identificada por Eduardo Bastitta, fundador de Plaza Logística, una empresa desarrolladora de parques industriales, que se convirtió en la semilla de su segundo emprendimiento: +Colonia, un proyecto de real estate en Uruguay.
“Muchos jóvenes dejaban de ir a las oficinas y, en la pospandemia, este tendencia se profundizó. Así, en el fondo, las empresas van perdiendo su identidad físicas: cuando no van a la oficina, las personas pierden el contenido humano, la cultura y el sentido de pertenencia. Ante esta frustración, vimos algunos destellos de oportunidad, analizando lo que antes las empresas hacían”, explicó Bastitta.
Y amplió: “Antes, las firmas ofrecían más que un sueldo y un lugar de trabajo, ofrecían una solución de vida. El problema no es la oficina, sino el traslado y los círculos viciosos que se generan”.
A la hora de analizar los diferentes factores que hacen a la calidad de vida, Héctor Pourtalé, director ejecutivo de la Fundación Movimiento Salud, puso el ojo sobre el papel de las empresas sobre el cuidado de sus colaboradores. “Vivimos en la denominada época de la prevención. Esta debe estar enfocada en dos cuestiones: en la detección temprana de distintas cuestiones que comprometen la salud; y en los esfuerzos para vivir mejor. La digitalización es una de las principales vertientes que nos permiten dar respuesta a ello. Y como empresarios, tenemos también una oportunidad de oro para colaborar en este sentido: la detección se da durante la edad laboral de las personas”, indicó.
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