Buenos Aires, 7 de agosto de 2024
En el día de hoy, la Iglesia en Argentina celebra la memoria de San Cayetano. El arzobispo de Buenos Aires nos recuerda que “San Cayetano es un santo de todos, no de un partido político o de un sector social, sino que es un santo del pueblo argentino que le tiene mucha fe y le pide por la paz, el pan y el trabajo”.
Queremos, por ello, asumir esta fiesta como propia y también considerar que San Cayetano es el santo de los empresarios cristianos que tienen, como recordaba el Papa Francisco, “la noble vocación orientada a producir riqueza, mejorar el mundo para todos” orientándose “al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo”.
ACDE fue fundada por el venerable Enrique Shaw, un empresario argentino que vivió su vocación a la santidad dirigiendo empresas en las recurrentes crisis económicas de nuestro país. A sus empleados les escribía: “El trabajo del hombre es una realidad querida por Dios y santificada por Cristo. La desocupación es, por tanto, un mal moral y no un simple hecho económico, como lo pretenden ciertas teorías que no dudarían en proponerla como una solución útil y aún bienhechora para facilitar una recuperación económica. Dios quiere que el Hombre trabaje. En una sociedad justa y bien organizada no debe haber lugar para la desocupación”.
Por ello, los empresarios cristianos queremos recordar que, en períodos de dificultades económicas, no debe ser el despido la primera solución a encarar sino, por el contrario, la que se tome cuando no exista ninguna posibilidad de evitarlo y cumpliendo con las exigencias de justicia, equidad y caridad.
De la misma manera, la decisión de invertir y crear puestos de trabajo es parte ineludible de nuestro servicio al Bien Común y debe ser favorecida por políticas públicas que, siguiendo el principio de subsidiariedad, favorezcan el desarrollo de la actividad económica privada, promuevan el desarrollo de todos los argentinos sin exclusiones y erradiquen de nuestro suelo y de nuestra historia, el flagelo de la pobreza.