La dignidad del trabajo

Para la Iglesia, el trabajo es esencial para la dignidad del hombre. Como explica San Juan Pablo II, en Laborem exercens, necesitamos trabajar. Pero no solamente en una dimensión económica, para producir un bien o un servicio y recibir a  cambio una remuneración, sino también como proceso creativo, transformador, que nos hace plenos. 

De este modo, los cristianos entendemos el trabajo como un vehículo para que las personas construyan una trayectoria positiva de vida para sí  mismas, sus familias y la comunidad. Es central para nuestra sociedad fortalecer  la cultura del trabajo, que se ha ido perdiendo en las últimas generaciones. Necesitamos reflexionar, dialogar, acordar y ocuparnos muchísimo de capacitar y apoyar a nuestros trabajadores. También es preciso contar con las condiciones  necesarias para que nuestros empresarios puedan generar más trabajo decente, es decir, formal y registrado, bien remunerado y con la protección social adecuada.  

¿Cómo se logra esto? En primer lugar, con condiciones estables, previsibilidad para poder proyectar y planificar, y un ambiente que estimule la inversión productiva. Pero sabemos que con esto solo no alcanza; es preciso identificar, reforzar y generar oportunidades laborales dentro de lo que llamamos economía social. Comenzar por generar trabajo local, a través de capacitación en oficios, servicios  y provisión de bienes que puedan consumirse en el propio entorno vecinal y cercano. Miembros de la Iglesia de nuestro país hicieron y hacen grandes aportes para generar ese ámbito. 

El empresario Enrique Shaw, declarado Venerable en 2021, fundador de ACDE, estaba convencido de que el objetivo de la empresa era amplio: el económico, con los criterios de eficiencia y las exigencias del cuidado del “capital”, no puede ponerse jamás por encima del respeto a la dignidad de las personas y el bien común. Así orientó su vida para promover el mensaje de Cristo y su Evangelio en las fábricas.  

Trabajar es un derecho y un deber. Jesucristo fue en la tierra un hombre de trabajo: “Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo” (Juan 5:17). Como hizo Enrique Shaw, llevemos el mensaje del Evangelio a nuestros dirigentes y políticos, para  promover un marco que multiplique empresas, inversiones productivas, oficios y tareas, bajo la protección de la ley.

Ana Pico, Directora ejecutiva de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE)


Artículo publicado en la edición n° 4827 del semanario «El Domingo», editado por la Sociedad de San Pablo.