¡Felices Pascuas!

Queridos amigos de ACDE,

Jesucristo está vivo. Este anuncio tiene el poder de transformar toda nuestra vida y la del mundo entero. Pero nuestra experiencia nos dice que esto pocas veces sucede. Hay muchos motivos: el anuncio no es siquiera escuchado, queda reducido a un antiguo recuerdo sin conexión con el presente, se plasma en una doctrina distante y teórica. No alcanza a ser una experiencia personal y vital. No se da el encuentro con el que estaba muerto y ha resucitado.

Cada Semana Santa, al buscar revivir los misterios de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor, lo que hacemos es abrirnos a esta vivencia esencial. Solo quien esté dispuesto a caminar junto al flagelado y coronado con espinas, al que atraviesan con clavos y en quien hunden una lanza, podrá reconocer el tremendo poder del mal y de la muerte. Recuperará su capacidad de asombro ante el maravilloso triunfo del bien y de la Vida y podrá recibir la gracia de compartir esa misma victoria.

Las dolorosas heridas del cuerpo de Cristo y los sufrimientos infinitos de su alma, cuando lo permitimos, entran en profundo contacto con nuestra experiencia cotidiana. Los fracasos y frustraciones de nuestro propio andar y, junto a ellos y mucho más acuciantes, los de tantos cristos crucificados que se funden en la misma cruz. Es allí, cuando todos los dolores son asumidos por Jesús, que conocemos lo que es el Amor que se entrega hasta el final, el amor que puede cambiarlo todo, renovando el sentido y la esperanza que nos anima.

Como gente de empresa muchos vivimos tiempos difíciles. Lo hacemos en la confianza de saber que unidos al camino de Cristo, siempre resucitaremos. El amor del que estuvo muerto y ha resucitado nos impulsa a creer, a no bajar los brazos, a seguir siendo honestos, a buscar siempre sostener las fuentes de trabajo y a tener como prioridad el bien común. Ese mismo amor nos empuja a luchar por las instituciones de nuestra democracia, a defender la justicia y la legalidad y, cuando reconocemos que no hemos alcanzado la meta de ser la sociedad que deseamos, a ser de verdad solidarios con los que han quedado excluidos del mínimo bienestar entre nosotros.

Creemos que este mismo amor nos llama hoy a trabajar juntos tratando de integrar a todos, a buscar los caminos de diálogo para alcanzar los acuerdos que necesita nuestra Nación. Sigamos caminando en la confianza de saber que la Vida Nueva de Cristo irrumpirá con mayor fuerza entre nosotros cuando hayamos dejado que la oscuridad de la indiferencia y la división, se vean disipadas por la Luz de su Amor. Vivamos esta Semana Santa buscando un profundo encuentro con Jesús.

¡Muy feliz Pascua de Resurrección!

P. Daniel  Díaz
Asesor Doctrinal ACDE