«Hay que terminar con la Argentina de doble vara»

Entrevista a Guillermo Lipera, presidente del XVIII Encuentro Anual de ACDE, en La Nación.

Gillermo Lipera ultima los detalles para el XVIII Encuentro anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE). El valor de la Justicia como condición para el desarrollo social será el foco del debate. Abogado por la Facultad de Derecho de la UCA, nacido en Chivilcoy, padre de nueve hijos y fanático de San Lorenzo, piensa que es tiempo de abrir una nueva agenda sobre el rol de la Justicia. «Hay que terminar con la Argentina de la doble vara», dice casi al cierre de la entrevista. Se refiere así a cuestiones cotidianas como cuando un jugador de tu equipo hace un gol con la mano y se lo festeja, pero cuando es de otro se pide la expulsión y que lo suspendan por 100 años. «En la sociedad no nos sacamos la camiseta a la hora de juzgar, y es un buen momento para despersonalizar. Es importante ponerse en el zapato del otro para lograr una mirada más equitativa», afirma. En los 90, los abogados sabían que tenían que argumentar contra las «conspiraciones contra el costo argentino» y en esta década todo es al revés. «La empresa no es un ángel ni un demonio, hay grises», sostiene el empresario, que lidera un equipo de 350 personas, en su mano a mano con LA NACION.

-¿Cuál es el valor de la justicia hoy para las empresas y los negocios?

-Es clave porque sin justicia es muy difícil concebir una empresa. Es imprescindible para invertir y para calcular el retorno. Se necesitan buenas legislaciones que permitan colocar rápidamente todo lo que se produce con un marco regulatorio que permita vender en tiempo y forma. El consumidor también tiene que tener la posibilidad de hacer el reclamo correspondiente.

-¿Qué tan independiente es?

-Depende. Entre privados es muy previsible. El margen de error si quiero predecir el resultado de una diferencia entre dos empresas o un privado contra otro es muy chico, del 10 por ciento. Es acorde con lo que dice la ley. El problema viene cuando interviene el Estado; la justicia federal es otro tipo de justicia. El grado de adecuación de los fallos a la ley es menor. Lo que es previsible es que uno sabe que no va a aplicar la ley, hay un poco más de temor de los jueces y a veces llegan a la inacción. Cuando interviene el Estado se rompe el equilibrio.

-Pero los tiempos entre privados son demasiado laxos…

-Sí, entre privados la justicia es lenta y hacen que lo justo no sea justo. Un accidente de trabajo que demanda 36 horas hombre el juicio completo aquí tarda tres años y se generan problemas para las dos partes. También es malo para la empresa, porque las tasas de interés que paga y las previsiones que hace son fenomenales.

-¿Cuánto hay por mejorar?

-El sistema judicial argentino está armado como un partido de truco, ninguna de las dos partes muestra sus cartas. No hay un disclose como en los Estados Unidos, donde están las cartas sobre la mesa.

-La agenda del encuentro incluye disertaciones de José Nun; de María Laura Garrigós, titular de la Asociación Justicia Legítima, y del ex fiscal Nacional en lo Criminal Pablo Lanusse, entre otros…

-La idea es incluir a todos, es decir una lectura amplia de la Justicia. Se integra con todos los bonetes: como consumidor, porque todos compramos y cuando tiene un defecto hay que reclamar, nuestros hijos toman un colectivo, compramos una heladera y cuando la garantía se vence dónde me quejo es una cuestión clave. El otro es como empresario, porque a la hora de invertir la Justicia es tan lenta cuando no se cumple un contrato o una licitación y a su vez las trabas son tan grandes cuando me hacen una demanda que a veces me siento un poco extorsionado.

-El cambio de agenda no se debe también al nuevo código y a que el agua llegó finalmente…

-No. Creo que ACDE quería tocar los distintos valores y este año hablamos de justicia. Nos pareció que era humanizarla y todos tenemos derecho a un mínimo que es la dignidad humana. Consumidores, empresarios y también del Estado, que tiene que buscar un equilibrio. En democracia no se discutió en profundidad, se hablaba con un solo bonete, empresarios como empresarios, consumidores como tales y el Estado también. Es el momento de buscar un equilibrio con el que ganemos todos.

-¿Cómo funcionan hoy los organismos de control?

-No sólo hace falta una división de poderes, sino también organismos de control que trabajen debidamente. Con buenos organismos uno sabe que hay más transparencia y menos estrés, tenés la plata de impuestos que van a donde tienen que ir, me aseguro de que el Estado cumpla con los compromisos a fin de lograr la mayor progresividad posible y buenos organismos de contralor en manos de técnicos independientes.

-El rol del empresariado es otro de los puntos de debate: ¿Por qué se penaliza el éxito en el país?

-No es aspiracional, porque hay un prejuicio con el éxito. Ser exitoso en la Argentina es como un pecado; «algo habrá hecho», se piensa.

-Sin embargo, existe todavía un alto porcentaje de informalidad.

-Sí, lo peor que te puede pasar es no tener jubilación, cobertura social; todos tenemos derecho a un trabajo en blanco. Hay que generar un contexto para que haya más empresas, más competencia y sobre todo menos informalidad.

-Así como se castiga el éxito, lo mismo ocurre con el fracaso…

-Como empresario creo que fuimos muy benévolos con las empresas que no pagaron sus deudas. En un momento se ganó mucha plata en la Argentina, fue negocio concursarse y mucha gente asesoraba a firmas para concursarse y eso es malo. Muchos se escandalizaron cuando el Estado no cumplió sus contratos y ellos hicieron lo mismo. Había empresas pobres con empresarios ricos. La ley favorecía la extorsión a muchos acreedores. Todo es cuestión de equilibrio: no creo en el maniqueísmo de que todo lo bueno está a la derecha y lo malo del otro lado.

-De eso se trata el encuentro…

-Trataremos de formarnos y aprender. El país va aprendiendo que te integrás al mundo con sus reglas o te quedás cada vez más afuera. Ver a la justicia como un todo desde los distintos sectores involucrados, el privado, el Estado, los jueces, todos formamos parte de la gran sociedad y buscamos un país donde impere la justicia para todos. De eso se trata.

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